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Microrelatos

Tu cumpleaños

Cuando sea tu cumpleaños, avísame poniendo sábanas a volar en el tendedero. Sabes que si no, nunca me acuerdo...

Mientras no caiga en lunes, cuenta conmigo para cogernos un OVNI y, a golpe de “supercalifragilisticoespialidoso”, seguir el ejemplo de esas sábanas y dejar atrás el mundanal ruido.

Irnos lejos y alto, donde no nos alcancen ni las microondas, ni los gritos de los butaneros haciendo el reparto por el barrio.

Tú y yo nos escapamos juntos sin falta, el día de tu cumpleaños.

(Wolverhampton, 14 de noviembre de 2022, Cafetería)

El día que todo acabó

El día que todo acabó, para ella y para todos los que conocía, ni siquiera estaba haciendo nada especial. Ni siquiera estaba con alguna de esas personas: su hija, su marido, familia, amigos… alguien de quien pudiera haberse despedido o con quien hubiera podido intercambiar una última mirada de pánico. Estaba sola, sentada a la mesa de la cocina, descansando un rato después de una mañana atareada en casa, simplemente mirando curiosa por la ventana.  

Vislumbró una luz cegadora aparecer en el horizonte, tras los edificios, que se hizo enorme en menos de un segundo. Una luz que la engulló y arrasó todo a su paso. La luz que borró su vida de la faz de la tierra.

(Wolverhampton, 14 de noviembre de 2022, Cafetería)

Tren de Vida

Sube niño, este es el nuestro.

Aquí, abuelo, ¡junto a la ventana! (....) Cuéntame otra vez lo del “bichete”.

¡Billete niño!

Pues eso, y lo del “dinero” que había cuando eras pequeño.

Traías “dinero” y te daban un “billete”. Aún no existían las plataformas de abordaje, entrabas al tren solo por unos edificios con puertas que se abrían únicamente metiendo el billete…

¿Y todo el mundo tenía uno?

Nooo, justo antes de La Transición, ¡casi nadie! Pero fue ahí cuando los empleados empezaron a dejar que la gente subiera igual. Se llamaba "ir gratis”.

…¿Sabes abuelo? Me alegro que ya no tengamos que "ir gratis” en tren para poder montar sin “billete”.

(Madrid, 1 de mayo de 2014)

Lucía

Lucía aprieta mi dedo con su mano minúscula y me mira fijamente…

Grita “Aiuuuu” y ríe,
succiona con fuerza el pecho de su madre,
suena “Papá” y hay besos,
un ruido en la noche,
despierta y está oscuro, llora, llora (da miedo pero sigo asomada a sus ojos),
la abuela comparte con ella naranjas,
da dos pasos, tres, cuatro, cae, levanta,
ríe a carcajadas (la alegría es contagiosa y me atrapa),
besos de buenas noches,
pala con cubo junto al agua, agua y más agua salada,
mamá en la toalla bajo el sol,
colegio,
cuento en la cama,
toca una flauta,
una pizarra llena de letras,
niños que empujan,
niñas que juegan,
pasea por una calle estrecha,
risas entre amigas,
sopla una tarta con velas (¿14 o 15?),
miradas tímidas en el recreo,
un examen de matemáticas,
lee una noche de verano,
canta en un concierto,
anda por un camino con una mochila a la espalda,
contempla la luna llena desde una terraza junto a una silueta que la abraza,
toca su flauta en un gran teatro (me emociona),
una cara amiga le guiña un ojo en una fiesta llena de gente,
lágrimas por la muerte del abuelo,
celebra con sus padres una panza incipiente,
sube a un avión de la mano de un hombre,
sonríe a un niño (que es el reflejo de ella misma),
besa a su madre mientras cocina,
toca su flauta en una orquesta,
contempla el mar,
el hombre y el niño la despiertan una mañana de primavera,
se une a una mesa de caras amigas,
llora en un hospital en los brazos de su padre,
bajo un foco la aplauden y saluda,
tira arroz en una boda (siento que las imágenes se aceleran),
pasea por un parque con un bebé,
traza un pentagrama sobre una pizarra ante miradas atentas,
observa con melancolía una foto,
una niña (que tiene sus ojos) se acerca y la besa,
rayos de sol que se filtran por la ventana,
una cama de hospital,
una despedida,
después negro… negro… negro…

(Roma, 17 de abril de 2014)