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Micro-relatos

Ternura

Hay algo muy tierno en ese perrillo que busca el sol.

En cómo pasea por la casa lentamente y sube las escaleras en busca de un alféizar en concreto, junto a la única ventana de la casa que recibe los rayos mañaneros.

Se despanzurra entre las cortinas y el cristal, alargando su cuerpo al máximo, alineando el lomo con el marco de la ventana, para maximizar la exposición y no desperdiciar ni un fotón.

Hay algo tremendamente tierno en esa imagen, que observo desde la acera, cuando paso frente a su casa.

Nos da la espalda sin malicia. Simplemente no le interesa mirar hacia fuera y tampoco desde fuera podemos ver sus ojos cerrados.

Porque ese perro no aspira a mucho más en la vida que a reencontrarse cada día con su escondrijo calentito, este rincón único y privilegiado, en su humilde opinión perruna.

Me enternece pensar que ese perro tiene claro su lugar preferido y cada mañana lo disfruta al margen del mundo, de sus otras (tal vez más apremiantes) necesidades y de lo que sus dueños puedan esperar de él. Se echa una plácida siesta sin que nada le perturbe y con la satisfacción de saberse dueño de ese estado y lugar por unas horas.

Hay mucha ternura en el suave, acompasado sube-y-baja de su lomo peludo y blanco. Salpicado de alguna mancha negra.

Hay mucha ternura en el lento latir de su corazón canino, que no oigo pero que me encanta imaginar.

Hay mucha ternura en que, en este instante, posiblemente esté soñando con estar tumbado en su ventana al sol en exactamente la misma posición (suya y de nuestro planeta) en la que ya se encuentra. Que no existe otra felicidad concebible para él y que “La Felicidad” es esta precisamente, que está sintiendo ahora.

Me detengo frente a su ventana y no puedo más que sentir una profunda ternura…

y admiración.

(Wolverhampton, 20 de abril de 2023)

Los disminuidos

Joder, mira que son raritos ellos… No hay quién los entienda. En su presencia me siento como si mi edredón se comió el calcetín y tuve que irme con un pie descalzo. Me falta algo importante que dé coherencia al look, parece deslavazado y poco serio. Siento frío de repente y no hay quien arregle el entuerto.

Nunca se mimetizan bien, llaman la atención demasiado, así sin venir a cuento. Parece que quieren ser los protagonistas de todo lo que no va con ellos. Las personas que recurren a sus servicios, no deben tener mucha idea de lo que es hacer algo con sentido, bello, equilibrado. Están más perdidas que ese calcetín que se quedó en el edredón. Y merecen morir ahogadas con él.

(Wolverhampton, 13 de febrero de 2023, Cafetería)

Regalo de cumpleaños

Cuando sea tu cumpleaños,
avísame poniendo sábanas a volar en el tendedero.
Sabes que si no, nunca me acuerdo...

Mientras no caiga en lunes,
cuenta conmigo para cogernos un OVNI
y, a golpe de “supercalifragilisticoespialidoso”,
seguir el ejemplo de esas sábanas
y dejar atrás el mundanal ruido.

Irnos lejos y alto,
donde no nos alcancen ni las microondas,
ni los gritos de los butaneros
haciendo el reparto por el barrio.

Tú y yo nos escapamos juntos sin falta,
el día de tu cumpleaños.

(Wolverhampton, 14 de noviembre de 2022, Cafetería)

El día que todo acabó

El día que todo acabó, para ella y para todos los que conocía, ni siquiera estaba haciendo nada especial. Ni siquiera estaba con alguna de esas personas: su hija, su marido, familia, amigos… alguien de quien pudiera haberse despedido o con quien hubiera podido intercambiar una última mirada de pánico. Estaba sola, sentada a la mesa de la cocina, descansando un rato después de una mañana atareada en casa, simplemente mirando curiosa por la ventana.  

Vislumbró una luz cegadora aparecer en el horizonte, tras los edificios, que se hizo enorme en menos de un segundo. Una luz que la engulló y arrasó todo a su paso. La luz que borró su vida de la faz de la tierra.

(Wolverhampton, 14 de noviembre de 2022, Cafetería)

Naranjas

Eres mi estímulo, mi gas butano en invierno, mi naranjada en un día de calor. A veces me olvido de respirar cuando te miro, mientras no sabes que te miro. Y puedo llegar a atragantarme con tu aroma en la cama, cuando duermo sobre tu pecho.

Es difícil vivir así, obsesionada con alguien que no me quiere. Que pasa el precioso tiempo que tenemos juntos por las tardes, escribiendo mensajes a sus amigos o haciendo planes con otras personas.

Sé que vas a dejarme. Pronto. Sé que vas a joderme pero bien cuando lo hagas porque ya no puedo vivir sin ti. Debería adelantarme, ser yo quien te deje primero. Pero…

Me falta gas para poder huir…

No tengo la fuerza que todo el mundo cree que tengo. La fuerza gracias a la que dejé mi hogar con solo 18 años para buscarme la vida en Mallorca…

Pero la vida que he encontrado aquí está atada a ti, no puedo entenderla sin ti.

Me vas a dejar, mañana, o la semana que viene. Con suerte, dentro de unos meses. Y me voy a quedar sola en esta ciudad que odio porque siempre me recordará a cómo me dejaste.

Hoy me voy yo. No voy a esperar… Hoy cojo el ferry. Y en ese ferry meto mi coche con mis cuatro cosas (las únicas cuatro que tengo que no me recuerdan a ti).

Ya lo he cogido. No volveré la vista atrás.

Siempre es una gran alegría ver aparecer la silueta de Valencia entre las olas…

(Madrid, 9 de mayo de 2022, Cafetería)

El vampiro Casimiro

El vampiro Casimiro se levantó muerto de hambre
La adrenalina llenó sus ojos de sangre
Así que abrió la ventana y levantó el vuelo
España no es buen país para un vampiro
En las venas de la gente hay menos sangre que vino
Pero aquella noche iba a ser muy especial
porque a sus oídos llegó un ruido infernal
Mucha gente festejando, parecían un millón
con el espíritu exaltado, derrochando pasión

Por fin iba a servir de algo que todo el mundo fuera pedo
Se llevaría a media fiesta al famoso huerto
y uno a uno, con tiento, se los iría merendando.
El vampiro Casimiro, pasó la noche sorbiendo venas,
destrozando familias, asesinando penas,
y antes de que se diera cuenta
salió el sol por el horizonte lejano,
solo quedaba una pobre alma suelta.
Una muchacha dormida entre amapolas y lirios
con el escote gritando: sírvete hermano!
Y ya sin sed, sin ganas ni fuerzas,
se fue acercando el vampiro a sus trenzas,
pero al ver de cerca al último de sus agravios,
no fue un mordisco lo que al final fue a darle,
sino un beso tierno en sus rojos labios.

(Madrid, 09 de mayo de 2022, Cafetería. Primer párrafo de Raquel!)

Tren de Vida

Sube niño, este es el nuestro.

Aquí, abuelo, ¡junto a la ventana! (....) Cuéntame otra vez lo del “bichete”.

¡Billete niño!

Pues eso, y lo del “dinero” que había cuando eras pequeño.

Traías “dinero” y te daban un “billete”. Aún no existían las plataformas de abordaje, entrabas al tren solo por unos edificios con puertas que se abrían únicamente metiendo el billete…

¿Y todo el mundo tenía uno?

Nooo, justo antes de La Transición, ¡casi nadie! Pero fue ahí cuando los empleados empezaron a dejar que la gente subiera igual. Se llamaba "ir gratis”.

…¿Sabes abuelo? Me alegro que ya no tengamos que "ir gratis” en tren para poder montar sin “billete”.

(Madrid, 1 de mayo de 2014)

Lucía

Lucía aprieta mi dedo con su mano minúscula y me mira fijamente…

Grita “Aiuuuu” y ríe,
succiona con fuerza el pecho de su madre,
suena “Papá” y hay besos,
un ruido en la noche,
despierta y está oscuro, llora, llora (da miedo pero sigo asomada a sus ojos),
la abuela comparte con ella naranjas,
da dos pasos, tres, cuatro, cae, levanta,
ríe a carcajadas (la alegría es contagiosa y me atrapa),
besos de buenas noches,
pala con cubo junto al agua, agua y más agua salada,
mamá en la toalla bajo el sol,
colegio,
cuento en la cama,
toca una flauta,
una pizarra llena de letras,
niños que empujan,
niñas que juegan,
pasea por una calle estrecha,
risas entre amigas,
sopla una tarta con velas (¿14 o 15?),
miradas tímidas en el recreo,
un examen de matemáticas,
lee una noche de verano,
canta en un concierto,
anda por un camino con una mochila a la espalda,
contempla la luna llena desde una terraza junto a una silueta que la abraza,
toca su flauta en un gran teatro (me emociona),
una cara amiga le guiña un ojo en una fiesta llena de gente,
lágrimas por la muerte del abuelo,
celebra con sus padres una panza incipiente,
sube a un avión de la mano de un hombre,
sonríe a un niño (que es el reflejo de ella misma),
besa a su madre mientras cocina,
toca su flauta en una orquesta,
contempla el mar,
el hombre y el niño la despiertan una mañana de primavera,
se une a una mesa de caras amigas,
llora en un hospital en los brazos de su padre,
bajo un foco la aplauden y saluda,
tira arroz en una boda (siento que las imágenes se aceleran),
pasea por un parque con un bebé,
traza un pentagrama sobre una pizarra ante miradas atentas,
observa con melancolía una foto,
una niña (que tiene sus ojos) se acerca y la besa,
rayos de sol que se filtran por la ventana,
una cama de hospital,
una despedida,
después negro… negro… negro…

(Roma, 17 de abril de 2014)