Es.png La Madre que te parió

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Nací egoísta, crecí isla,
desbordada de proyectos:
todos míos. Sed de juegos.
Juventud malabarista.

Y fue así que di la vida
a algún que otro deseo,
que nació egoísta, creció isla,
en mi afán de protegerlo.

Observándolas ser niñas,
mi isla sentó archipiélago.

Sin oír tus palabras, te creí.
Sin latido ni huella, te sentí.
Sin poder conocerte, me hice a ti.
Sin tener un principio, fuiste un fin.

Si nunca te tuve, qué perdí?
Si nada me diste, quién soy yo?
Para echarte de menos así,
sin ser ni estar?

Si apenas te quise, qué rompí?
Si solo fue un sueño, qué olvidar?
Para ser otra vez feliz,
en paz,
después de ti?

Siento luz al final del túnel del amor,
que me indica que queda poco para ti.
¿Por qué oigo tu voz disfrazada de esos “bips”?
¿y me exprimen de tu vientre sin compasión?

Me veo atravesando la fría habitación
entre manos que no me dejan ser feliz.
Y ya no puedo oler tu cuerpo desde aquí,
donde he acabado precintado en un cajón.

Lloro el amargo llanto de una sociedad
que confundió progreso y protocolo,
que me ha negado la primigenia verdad,

que me ha olvidado lejos de ti y solo.
Ojalá encuentre el camino de vuelta
al ser que es mi hogar por derecho propio.

El tiempo de Luz pasa tranquilo,
no sabe de mí ni de mis prisas.
Es tiempo de ser, sin miedo a no hacer
lo que sigue en la lista.

El llanto de Luz le exige al mundo
ponerse a sus pies y sin demora,
empujando a la gente importante,
como canto de sirena, hacia el ahora.

El cuerpo de Luz no tiene pérdida,
se recorre en dos besos,
y aunque es blandito y suave,
lleva la urgencia de la vida entre sus huesos.

Las manos de Luz, los ojos de Luz, la risa de Luz…
Las noches de Luz, los gestos de Luz, la fuerza de Luz…
Son un regalo que hago a la vida
o que me ha hecho ella a mí.

Mis años de Luz se irán un día
para ser el principio de su historia.
Ojalá esté a la altura en su memoria...

La historia de Luz…

Hoy me he despertado rodeada de felicidad
pero están mis ojos presa de su propia realidad.
                                        
Ojalá pudiera alcanzarte,
cuando a veces me pierdo.
Ojalá pudiera vivirte,
fuera de mi pensamiento.

Déjala, luna, déjala,
ella verá un día, ya verá,
que no hay noches tan oscuras,
ni silencios tan profundos,
como quiere hacer creer la soledad.

Déjala, noche, déjala,
ella verá un día, ya verá,
que todo pasa en un suspiro,
aunque en medio del camino
no se vea entre las sombras el final.

Trato de rozarte para comprender tu libertad
pero están mis dedos presa de unos guantes de cristal.

Déjala, luna, déjala,
ella verá pronto, ya verá,
que los días sin sabores
resucitan en canciones
aunque no haya nadie ahí para escuchar.

Déjala, noche, déjala,
ella verá un día, ya verá,
que la luz está allí mismo.
Cuando asome hacia el abismo,
aún cegada, en la caída, volará.

Déjala, luna, déjala,
ella verá un día, ya verá,
que no hay noches tan oscuras,
ni silencios tan profundos,
como quiere hacer creer la soledad.

Busco en tus palabras pistas que desvelen el final
pero un grito sordo no me deja oír con claridad
                            
Ojalá pudiera alcanzarte, cuando a veces me pierdo.
Ojalá pudiera vivirte, fuera de mi pensamiento.

Yo te dejo chupar mis juguetes
y tú aguantas mis achuchones.
Yo te cuento secretos de noche,
tú me sigues fiel con la mirada
Yo intento tener más cuidado,
tú me gritas como si me llamaras.

Yo deseo despertarte,
tú me cantas tus canciones.
Yo te cuento mil historias,
tú acaricias mis facciones.
Yo te guardo en mi memoria,
Tú me vas haciendo el hueco.

Porque somos hermanas
de sangre, de leche,
de carne, de almohada.
Somos gente
que surgió de un mismo cuerpo
y ya no se separa.

Frente al paredón de su habitación se mira en el espejo.
Hoy estrena al fin lastres de mujer que frenarán su vuelo.
Se ha roto su piel en ansias de crecer, pellizcos sin remedio.
Ya no hay vuelta atrás, sin nada que ganar, comienza la batalla.

Intentas recordar qué te hizo pensar que ocupas demasiado.
Por qué hay trozos de ti que intentas ajustar a un molde imaginado.
Te aterra conducir siguiendo tu perfil de curvas y vaivenes.
Y llegas a creer que el paisaje ideal no cambia de relieve.

Hoy mirando al mar, recubro con pudor los surcos en mi vientre.
La vida que creé, y traje a este rincón, no ha sido suficiente.
Por qué tengo que borrar las huellas de otro ser pasando por mi cuerpo?
Como si fuera un lienzo que al pintar, perdió su condición de cuadro en el museo.

Podría desechar los rastros de la edad templando sus matices
Podría dilatar la sombra del ayer, tiznando mis raíces.
Incluso nivelar las líneas de mi piel, domando la sonrisa,
dejando de narrar historias que tal vez son solamente mías.

Pero hay más, mucho más, que aprenderemos de ellas.
Porque sois mucho más que una única promesa.
Yo soy más, quiero más...

Ellas son, muchas más, rompiendo las madejas.
Porque sois mucho más que una única promesa.
Somos más, mucho más,
somos más, mucho más,
somos más, mucho más: herencia y herederas.

Poco a poco, sin aliento,
se te escapa el pensamiento
en un único deseo
de calor:
Unas manos que te arrullen
y unos ojos que te alumbren
el camino solitario
del adiós.

Vuela abuela,
ya tranquila,
suelta amarras de esta vida
en la última batalla
que se vence al ser vencida
sin temor.

Vuela abuela,
que nosotros ya regamos
las semillas de tu cuerpo.
Crecen libres y seguras
con amor.

Cantaremos esta nana
por tu luz que ya se apaga,
por las tres que ahora se prenden,
empapada de recuerdos,
en tu honor.


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