Nací egoísta, crecí isla,
desbordada de proyectos:
todos míos. Sed de juegos.
Juventud malabarista.
Y fue así que di la vida
a algún que otro deseo,
que nació egoísta, creció isla,
en mi afán de protegerlo.
Observándolas ser niñas,
mi isla sentó archipiélago.