La gente está al principio y al final de todo, también de la física: La Física, que al fin y al cabo se enorgullece de servir a la humanidad, y la física, que cada día hago con, para, por y gracias a mucha gente.
Debería empezar por los profes, cuya labor tanto envidio e idealizo. Por orden aproximado de aparición y con el nombre que tienen en mis recuerdos: Rocío, Antonio, Mariluz, Judit, Rosa, Fede, Montalbán, Pita, Marga, Teresa, Ana, Maite, Errea, Soria, Walias, Ibáñez, Vidal, Viña, Velasco, Sols, Flores, Miranda, Enrique Álvarez, Arroyo, Tejedor, Robledo, Maria José, Poves, Cecilia.
Si se trata de hacer listas, quiero continuar dándoles las gracias a mis compañeros de despacho: Pilar y José Manuel, que me hacían reir como nadie y convirtieron el departamento en el lugar donde quería trabajar; Miguel, que tanto me ayudó a combatir los pesares del doctorando (¡y a escuchar buena música!); y las últimas adquisiciones del C-V 505, Stefan y Alejandro.
Es ineludible dar las gracias a los miembros del gran coro del ICMM, con José Antonio (y ahora Maria) a la cabeza, que aceleraba el paso de la semana con un empujón las tardes de los lunes y me ha prestado una contra-alto y un tenor para el tribunal de esta tesis.
El buen ambiente en el C-V tengo que agradecerlo a todos sus miembros en masa, en especial a los que se fueron dejando gran huella (como Miriam), a los que empezaron y siguen a mi lado (como Laura, con su alegría contagiosa), a nuestra entregada secretaria Laura, y a tantos otros... Pero entre todos ellos tiene su lugar irremplazable Antonio, mi amigo inseparable desde el primer día de carrera. A él, que le encanta leer los agradecimientos de la tesis, le doy las gracias por infinitas cosas: su sobrevaloración y fé en mis capacidades, el privilegio de su amistad serena, me sujetaron a la tierra cuando todo se tambaleaba. Antonio pone inspiración en la confusión con sus juicios lúcidos y su humor subrealista.
Durante la tesis también he podido viajar y trabajar con personas fuera del departamento, gracias a las cuales se ha configurado mi visión de la física y el mundo, ambas dos entrelazadas. Las colaboraciones han resultado, no solo la mejor manera de aprender y hacer física, sino también el mejor antídoto contra la desidia y el pesimismo que acechan en su soledad al físico teórico: Filippo (en Módena), Ivan y Fabricio (en Brasilia), Giovanna y Stefano (en Barcelona), Iacopo, Frank, Misha, Tim, Alexey... (¡en dondequiera que nos encontráramos!).
Y, como no, la ciencia que he podido hacer estos años es la ciencia del que ha sido mi grupo en la UAM. Con Carlos, mi director y guía, Luis, Alberto, Dario, Daniele y Fabrice, hemos vivido interminables reuniones, a veces divertidas, a veces reveladoras, y hasta hemos alcanzado sueños, a golpe de discusiones, de comidas y de conferencias. Y en este punto, antes de que Daniele piense que se la he jugado con la lista, le agradezco a él y solo a él (un pequeño privilegio para un gran amigo) el dinamismo y la locura con que ha impregnado nuestro grupo y a mí.
Amigos, amigos, amigos. Tantos amigos a los que agradecer su apoyo y tan buenos. Algunos parece que les picó la espina de mi mismo Rosal, literalmente fue el caso de Carlos y Jose (¡con los que me enorgullezco de haber compartido el camino por más de 12 años!) y algo más figurado en el caso de Javi, Bea y Joss. Los compañeros de mi generación han sido mi universo en todos los sentidos. Y seguimos: Ana, David, Juanjo, Paula, Miriam, Paco, Jacobo, Josemi, Dani, Dani, Eva, Fernando, Alfonso, Adolfo, Juan, Álvaro... Hay amigos también que no saben de física, claro, sino de cosas más útiles, pero tienen que tener un lugar en estos agradecimientos: mi querida Elena, Santi, Raquel, Marta y Noe.
Mi familia, mis tíos, mis abuelas son los responsables de que esta tesis exista por extensión. Mi padre, con su arte profundo, me enseñó lo que es la ciencia. Mi madre, con su ciencia profunda, me enseñó lo que es el arte. Entre los dos conforman el ideal de equilibrio entre rigor e imaginación, entre orden y caos, que como poco me guía en la investigación. Con la conciencia tranquila, solo me atribuyo parte de la culpa si mi hermano (por ahora es una amenaza) crea una saga de físicos en la familia.
Por mucho que me haya quejado en estos años y que me queje en lo que me queda, tengo que agradecer a la ciencia la oportunidad de ver mundo y el flujo constante de amigos que me proporciona. Me ha regalado con el encuentro de algunas de las personas, y una muy, muy en particular, más importantes de mi vida.
¡Lo que la ciencia une, que no lo separe el hombre!
Elena del Valle ©2009-2010-2011-2012.